Dave y yo hemos
estado en Santander de Nochevieja a Reyes. Los primeros días al llegar a España
suelo estar muy motivada; traduzco cada frase que dicen mis padres del español
al inglés y cada frase que dice Dave del inglés al español. Traducir todo lo
que se dice a tu alrededor desde por la mañana hasta por la noche no es fácil,
después de unos días así me voy cansando y dejo de traducir.
Lo interesante es
que según me voy cansando Dave se va viniendo arriba. Cuanto menos traduzco, más
habla y mejor se le entiende. ¿Es mejor que no traduzca? Por un lado, no
quieres dejar a la persona en la estacada, pero por otro, si estas
constantemente traduciendo no le estas dando la oportunidad de aprender a
defenderse en el nuevo idioma.
Traducir
puede ser una forma eficaz de aprender una lengua (Hummel, 2018). En programas de inmersión bilingüe,
animar a los alumnos a traducir durante actividades escolares facilita el
aprendizaje de la segunda lengua (Manyak, 2009). Sin embargo, en estos casos quien
hace el esfuerzo de traducir es la persona que está aprendiendo. ¿Qué pasa
cuando el que traduce es otro?
No he
encontrado ningún estudio sobre el impacto que tiene que alguien haga de
traductor en las habilidades lingüísticas de la persona que está aprendiendo. La mayoría de la gente aprende un idioma
cuando lo necesita para comunicarse, cuando tiene que hablar para conseguir
algo que quiere. Como tener un traductor elimina esa necesidad, es posible que
no sea beneficioso.
Es necesario hacer
un estudio para investigar si las personas aprenden mejor una lengua extranjera
cuando se tienen que defender por sí mismas (lo que las obliga a hablar) o cuando
tienen a alguien que les traduzca (lo que les puede ayudar a integrarse). Yo,
después de ver lo bien que se defiende Dave cuando lo dejo solo, he pensado que
en las próximas visitas me voy a ir cansando más rápido.
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