lunes, 1 de enero de 2018

¿Qué hacen bien y qué hacen mal los traductores automáticos?

Mi madre española (Maite) y mi suegra americana (Lori) se comunican por WhatsApp. Maite no habla inglés y Lori no habla español, así que cada una lo pone en su idioma y luego lo traducen. ¿Son correctas las traducciones de Google? Cuando las frases son concretas (¡qué foto más bonita!) la cosa va bien, pero con frases más abstractas (¡esto es la bomba!) la cosa se complica.

Para que un ordenador aprenda a traducir, lo más importante es tener muchos ejemplos. Es posible utilizar la puntuación BLEU (Papineni, Roukos, Ward, & Zhu, 2002) para analizar con qué exactitud los ordenadores traducen un texto en comparación con una traducción humana. El análisis de sentimientos (Pang & Lee, 2008) es una técnica informática que permite al ordenador identificar si un texto es positivo o negativo. Este análisis puede mejorar las traducciones automáticas al proporcionar un contexto emocional al texto. Para mejorar la calidad de estos procesos es importante tener muchos textos con una gran variedad de expresiones lingüísticas (Boiy & Moens, 2009). Cuantos más textos traducidos correctamente tengamos, más capaces van a ser los ordenadores de hacerlo bien.

Este blog se puede traducir al inglés haciendo clic en la página con el botón derecho del ratón. Al traducir “Emociones en tu segunda lengua ¿“I Love You” o “Te Quiero”?”, he notado que el texto en inglés se refiere a la profesora Catherine como a él (en español “su” es para hombre y mujer). Además, la expresión “¡No te da vergüenza!” es traducida como “no te avergüences”, justo lo contrario de lo que quiere decir. Cuando en mi clase de psicología del lenguaje explico expresiones coloquiales españolas (“más cara que espalda” “ponerse las pilas” “tirar los tejos” “tomar el pelo” “dar la lata”), mis alumnos americanos se “parten de la risa.” Estas frases no se pueden traducir de forma literal, hay que traducir su sentido figurado cosa que a los ordenadores les cuesta bastante.

Maite y Lori (que se llevan muy bien y son muy entusiastas) ponen muchos signos de exclamación y sonrisas para enfatizar el sentido del texto. Las frases traducidas a veces suenan raras, pero en general es posible entenderlas. Gracias a los traductores automáticos, dos personas que no hablan la misma lengua pueden comunicarse (aunque para ser sinceros, lo que más hacen es compartir fotos nuestras). 

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Sara Incera obtuvo la Licenciatura en Psicología en la Universidad de Salamanca, el Doctorado en Psicología en la Cleveland State University, y actualmente reside en Lexington (EEUU) donde trabaja como profesora universitaria en la Eastern Kentucky University.

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