Existe un diccionario (The Dictionary of Obscure Sorrows) cuyo objetivo es identificar y definir las emociones más oscuras que experimentamos los seres humanos. En la misma línea, el nuevo libro de Brené Brown (Atlas of the Heart) incluye descripciones y ejemplos de 87 emociones distintas. Estos libros se basan en la idea de que para sentirte bien es importante ser capaz de nombrar tus emociones de forma precisa. Sin embargo, un nuevo estudio (Nook, Satpute, & Ochsner, 2021) ha concluido que nombrar tus emociones puede ser contraproducente.
Nook y sus colaboradores (2021) crearon un experimento en el que los participantes tenían que describir su estado de ánimo después de ver imágenes negativas. Algunos participantes tenían que nombrar sus emociones, otros tenían que reevaluar sus emociones, y un último grupo tenía que hacer las dos cosas. Los grupos de la “reevaluación cognitiva” (cognitive reappraisal) tenían que crear una historia de la imagen que les permitiera considerarla de forma menos negativa. Los resultados indican que nombrar tus emociones antes de regularlas te hace sentir peor que si simplemente las regulas. Parece que es más fácil regular tus emociones si no les pones nombre.
Si un amig@ viene a contarte algo, no es necesario buscar la forma más precisa de describir lo que siente, lo relevante es interpretar la situación de forma adecuada. El significado de las historias que nos contamos para explicar lo que sentimos es mucho más importante que la precisión de las palabras que utilizamos.
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