Desde que empecé a aprender inglés, la influencia de mi lengua materna (español) ha estado presente de forma más o menos constante. Lo que no me esperaba es que, tras pasar unos meses en Estados Unidos, fuera el inglés el que influyera en mi español. Al volver a España me di cuenta de que a veces me encontraba escritas palabras, como “once”, y las interpretaba antes en inglés (/wʌns/, “una vez”) que en español (/onθe/, el número 11).
El nivel de exposición a una lengua es muy importante para la lectura. Acabamos de publicar un proyecto (Hevia-Tuero, Incera, & Suárez-Coalla, 2022) en el que estudiamos cómo influye la fonología del inglés y del español en niños españoles aprendiendo a leer en inglés. En este estudio los niños tienen que decidir si ciertas palabras existen o no, pero las palabras que no existen suenan como palabras reales del inglés. Por ejemplo, para la palabra blue (azul) hay una transcripción con las reglas del inglés (bloo) y otra con las reglas del español (blu). Lo interesante es que comparamos distintos colegios, unos con sistemas de enseñanza del inglés bilingüe y otros con el sistema clásico. Todos los niños tienen claro que las transcripciones españolas (blu) no son palabras reales, pero les cuesta más rechazar las transcripciones inglesas (bloo). Este efecto es aún mayor en los niños del colegio bilingüe, que están más expuestos al inglés.
Cuando aprendes dos lenguas no sólo aprendes sus respectivos vocabularios y gramáticas, sino que también aprendes a manejarlas. Aunque cueste un poco, es algo que te hace estar alerta y mejorar tus habilidades atencionales. Haber pasado una temporada inmersa en inglés puede que haya afectado un poco a mi español, pero ha sido una gran experiencia que lo compensa con creces. Y de todos modos, confundir la pronunciación de “once” tampoco es tan grave… ¡Siempre se puede escribir 11!
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