Leer una
novela me evade, me permite centrarme en las vivencias de
otras personas y olvidarme de mi misma. A mi madre y a mí nos pasa que “dejamos de ver las letras” y nos perdemos totalmente en la historia. Durante la pandemia del coronavirus esta habilidad me ha
ayudado mucho. Dos de los libros que he leído esta cuarentena han sido “Una educación”
de Tara Westover y “Te regalaré las estrellas” de Jojo Moyes. Gracias a estos
libros he podido desconectar y descubrir nuevos mundos en las montañas de Idaho
y Kentucky.
Se ha visto que la
gente que lee libros sobre historias inventadas tiene más empatía (Mar et al., 2009). Leer historias ficticias aumenta tu capacidad
para entender lo que piensan otras personas (Kidd & Castano, 2013). Según la “Teoría de la Transportación”
(Transportation Theory) al leer te transportas mentalmente al sitio en el que
ocurre la historia y tu empatía aumenta (Bal & Veltkamp, 2013). Sin embargo, es importante recalcar que
el efecto positivo de leer novelas no surge cuando las historias no son
ficticias, o cuando el lector no es capaz de sumergirse en el relato. Para que una
historia te ayude a mejorar tu empatía tienes que meterte en ella.
Para poder evadirte un libro tiene
que engancharte, al fin y al cabo la mitad del libro lo pone el autor pero la
otra mitad la pones tú. Además, tienes que estar en un espacio que te permita desconectar
del mundo, y tienes que tener la suficiente habilidad lectora para sumergirte
en la historia. Aunque me solía quejar de que a pesar de leer mucho mi
ortografía no mejoraba, el no ver las letras puede ser muy positivo. Según la
evidencia científica, cuando eres capaz de meterte de verdad en una historia tu empatía
aumenta.
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