Una forma de abordar esta cuestión es pedir a participantes bilingües que completen un test de personalidad en cada uno de sus idiomas. Si los resultados son equivalentes el idioma no está influyendo en los perfiles de personalidad, pero si los resultados cambian es importante entender a qué se deben estos cambios. En los años 90, investigadores interesados en este tema descubrieron que los perfiles de personalidad cambian al contestar en distintas lenguas (McCrae et al., 1998). Sin embargo, los resultados de sus experimentos indican que este cambio no es debido a un cambio de personalidad, sino a la cultura asociada con cada idioma. El argumento es que el lenguaje no cambia la personalidad del hablante, sino que sirve para activar (o hacer más relevante) las normas culturales que se asocian con ese idioma en concreto (Chen & Bond, 2010). Usar un lenguaje pone de manifiesto la forma de pensar típica de la cultura asociada con ese idioma (“cultural mindset”) y esa forma de pensar influye en cómo se comunican y comportan las personas al hablar en esa lengua (Chen et al., 2013). El idioma en el que piensas influye en los aspectos de ti mism@ que se ponen de manifiesto (Rodríguez-Arauz et al, 2017).
En vez de cambiar tu personalidad, lo que cambia es el contexto en el que te comunicas. Por ejemplo, yo hablo mucho más alto (según Dave chillo…) cuando hablo en español que en inglés. Las connotaciones culturales asociadas a un idioma concreto influyen en lo que piensas y en cómo te expresas cuando hablas con otras personas que comparten ese idioma.