Muchos de mis
manuscritos son en inglés. Tengo un colaborador cuyo primer idioma es el Farsi y me resulta muy fácil
editar lo que escribe. Sin embargo, con mis colaboradoras de la Universidad de
Oviedo la cosa cambia, tengo que esforzarme mucho para no pensar en español y
poder editar lo que “no suena” del todo inglés. Muchos errores de escritura de
bilingües que escriben en su segunda lengua vienen de las estructuras
sintácticas y formas de hablar de su primera lengua.
El objetivo de la
escritura científica es comunicar información de la forma más clara y concisa
posible, evitando grandilocuencias y clichés (Yang, 1995). Muchos investigadores no son nativos ingleses,
pero utilizan esta lengua para publicar en revistas internacionales. La
transferencia lingüística (el uso de los elementos propios de un idioma al
utilizar otro) influye en las estrategias de lectura de las personas bilingües
(Lallier & Carreiras, 2018). La combinación específica de las lenguas
que hablas determina la forma en que lees y escribes en cada idioma. Por
ejemplo, en español las frases tienen una media de nueve palabras más que en
inglés (Simpson, 2000). Cuando empecé a escribir en inglés, Dave se
pasaba la vida cambiando mis comas a puntos.
En manuscritos escritos por españoles muchos de los errores me
suenan bien porque son transferencias de mi lengua nativa. Son errores que yo también podría haber cometido, así que me tengo que esforzar
el doble. Para mí es mucho más fácil editar textos escritos en inglés por gente cuyo
idioma nativo no es el español. De todas formas, aunque editar el manuscrito sea
un poco más difícil, colaborar merece la pena porque investigar con gente de la
tierruca es mucho más divertido :D