Dave y yo tenemos
una perrita en casa. Se llama Luna, es una Malamute de Alaska, y acaba de hacer
tres meses. Aunque en general es tranquila, hay veces que (como todos los
cachorros) las lía pardas; le encantan mis zapatillas y salir
corriendo con una es su juego favorito. Luna es una monada y cuando estoy con ella
suelo contarle cosas en español. Al pasar tanto tiempo charlando con Luna me pregunto: ¿Cómo habla la gente con sus
perros?
Cuando nos
dirigimos a niños pequeños solemos subir el tono, pronunciar de forma
exagerada, y poner mucho entusiasmo. Se ha visto que al dirigirnos a un perro
también subimos el tono y ponemos entusiasmo, pero lo de articular de forma
exagerada es sólo con los niños (Burnham,
Kitamure, & Vollmer-Conna, 2002). En un experimento hecho en
Australia han descubierto que la gente articula más con los niños, seguido de los loros, y menos con los perros (Xu,
Burnham, Kitamura, & Vollmer-Conna, 2013). La forma en que
articulamos al hablar parece depender de la capacidad de entendimiento que
esperamos de nuestra audiencia. Sin embargo, es interesante descubrir que independientemente
del nivel de entendimiento del animal, cuando jugamos con un perro solemos
comunicarnos como si estuviésemos en una conversación (Mitchell,
2004). Al parecer, aunque no articulemos de forma exagerada, tener
conversaciones con un perro es algo de lo más normal.
Lo mejor de
hablar con Luna en español es que puedo utilizar mis expresiones, refranes, y
frases hechas favoritas, incluso las que no tienen traducción directa al
inglés. Aunque a veces estoy hablando en inglés y tengo que darme cuenta de
cambiar de idioma, en general me es muy fácil contarle cosas en español. Una
ventaja añadida es que es una buena excusa para que Dave vaya haciendo oído.
Entre los dos vamos a hacer a nuestra perra bilingüe :D